«El cuerpo es el punto cero del mundo, allí donde los caminos y los espacios vienen a cruzarse, el cuerpo no está en ninguna parte: el corazón del mundo es ese pequeño núcleo utópico a partir del cual sueño, hablo, expreso, imagino, percibo las cosas en su lugar y también las niego por el poder indefinido de las utopías que imagino. Mi cuerpo es como la Ciudad del Sol, no tiene un lugar pero de él salen e irradian todos los lugares posibles, reales o utópicos.»
Michel Foucault
En el mes de febrero de este año, Poliana Lima, amiga, bailarina y coreógrafa imparte un taller de expresión y movimiento en el Teatro Pradillo de Madrid. Me acerco allí con un cuaderno de notas y mi cámara fotográfica. Quiero tomar apuntes que sirvan para un nuevo proceso de investigación. Hace algo más de un año que practico danza con asiduidad y siento la necesidad de acercarme a esta disciplina desde el campo de la imagen. Allí, en el transcurso de tres o cuatro días, los participantes (y yo misma detrás del aparato fotográfico) improvisamos.
En el taller, tomo imágenes documentales de los cuerpos en movimiento. Las luces de la sala de ensayo ofrecen una luz cálida y tenue en cuya penumbra siento los cuerpos temblar. Con esta luz, comienzo a encuadrarlos de forma aislada procurando que dialoguen con las sombras. Percibo que los hago emerger de –o flotar en– el fondo negro. Es invierno. Los participantes llevan ropa de manga larga de tonos oscuros. Cabezas, manos y pies aparecen recortados sobre el fondo. Captados por mi cámara en su torsión, la desorientación es total. No hay arriba ni abajo, no hay figuras completas, no hay referencia espacio-temporal. Cuerpos abstractos improvisando desde sustratos subconscientes. Las decisiones que voy tomando son decisiones intuitivas con resultados que voy afinando de sesión en sesión.
Entre la sala de ensayo y el estudio donde realizo el visionado, recuerdo una cita del escritor francés, Pascal Quignard que dice que «son sombras lo que hay que oponer a las imágenes». Así lo hago. En el procesado densifico la sombra de la que emergen los cuerpos tomándola como materia de composición. Lo mismo que el vacío para un escultor, la sombra aquí es potencia de infinito. Los cuerpos salen de la noche para volver a entrar en la noche. Es la ley. Y esto ya entra dentro del orden inexplicable de la poesía.
imágenes con © e. arroyo